Skip to content

arte

Prejuicios de (de)formación

Escuelas y talleres, autoproclamados conocedores del oficio y pseudomentores, a menudo producen una deformación artística del aprendiz de fotografía.

Su gran error radica en arrinconar al estudiante en aspectos que trascienden lo formal, contaminando las mentes puras de estos últimos con ideas absurdas como que “deberían articular un discurso”, “sacar una voz”, “buscar” esto o aquello.

Tal vez funcione. A veces. En el mal llamado “arte” posmoderno se abusa de lo conceptual; tal vez allí tengan cabida tales consejos, que desde luego ayudarán a que emerja toda una nueva generación preservante del circlejerk autoral contemporáneo, con su pseudofilosofía y cantinelas pomposas pero inconducentes, politiqueras y vacuas.

Quien busque con inocencia y de forma intuitiva la belleza desde un principio, está desamparado. Y este verdadero calvario solo podrá llegar a ser comprendido por esos pocos mentores que aún “lo entienden”: no hay discurso posible que articular; la voz emergerá sola, nunca por pedido o por la vulgar asignación de una tarea.

Lo más importante es jamás dejar de perseguir la belleza, la poesía, el alma; desde el “género” fotográfico o la técnica que sea.

Lo demás es vómito.

Cómo hacer una mesa de centro-librero artesanal con materiales reciclados

Las bellas cosas de factura artesanal calientan el corazón. El calor de las manos  se transfiere a las cosas.

Byung-Chul Han

Materiales:

  • Un pallet
  • Vidrio triple
  • Vidrio doble
  • Cuatro cajones de madera
  • Ocho ruedas con base para muebles
  • Diez escuadras de fijación pequeñas
  • Tornillos
  • Clavos
  • Lija

Instrucciones:

1. Lijar cada centímetro de superficie lijable del pallet y los cajones.

2. Clavar los cajones sobre el pallet, en posición horizontal y con las caras abiertas hacia “afuera” o hacia los lados. (También se podrían dejar los cajones en posición vertical, lo que les daría mayor apariencia de patas y dejaría más espacio para meter libros con lomos más altos, sin embargo, como mesa de centro la superficie quedaría demasiado arriba.)

3. Atornillar dos ruedas en cada cajón, en las caras que quedan mirando hacia “arriba”. Pueden ser más o menos ruedas, de menor o mayor tamaño en cada caso, pero deberán aguantar el peso de todo el aparataje -pallet, cajones y libros-. Además el peso debe quedar bien distribuido.

4.Voltear el mueble. Medir el espacio rectangular que queda en el “nivel inferior” e insertar un vidrio con las medidas justas. Aquí usamos vidrio transparente tradicional de grosor doble. Menos que eso no recomendaría y más me parece un gasto innecesario.

5. Medir el ancho y largo del pallet. Instalar encima otro vidrio con las medidas adecuadas. En este caso usamos vidrio triple por razones obvias.

6. Atornillar las escuadras de fijación pequeñas en el pallet. Deben sostener las esquinas del vidrio superior y los bordes del vidrio inferior .

Voilâ!

Por supuesto, como bien dijo don José Piñera, todo es perfectible, hasta la Capilla Sixtina. Se podrían modificar varias cosas: el tipo de pallet, el tipo de vidrio, el grosor de estos, colocar más escuadras con fines estéticos, etc. Aquí es donde entrará en juego la inventiva de cada uno. Más que mal, esta mesa se construyó sobre la marcha y de forma totalmente improvisada, nada más inspirado por la existencia de un pallet bonito previamente guardado y la necesidad de tener donde dejar algunos libros, revistas, el café y los pies.

La literatura nos defiende contra la frustración, el fracaso y la mediocridad

En las muy elogiosas y justificadas reseñas al reciente libro de Santiago Muñoz Machado se dice que se trata de una nueva biografía de Cervantes. No hay tal cosa. En el libro se analizan las más importantes biografías de Cervantes, con sus aciertos y sus fallas, y, por ejemplo, Muñoz Machado es mucho más severo con Américo Castro –El pensamiento de Cervantes– de lo que lo fueron los expertos que […] se atrevieron a criticarlo.


Si el Covid no lo hubiera impedido, la primera pregunta que le habría hecho al director de la Academia Española, en el diálogo que hubiéramos tenido, sería: “¿Lo planeaste así desde el principio? ¿Leer esos centenares, acaso millares de libros, para tener una idea clara de cómo y dónde nació el Quijote?”. Porque lo más extraordinario del Cervantes de Muñoz Machado es que parece haber sido planeado para toda una vida de averiguaciones y lecturas, un trabajo de biblioteca interminable, a fin de saber en qué sociedad y de qué modo surgió ese libro que, casi de inmediato, deslumbró a Europa. No creo que haya un trabajo parecido por muchos años, capaz de equipararse con este análisis en el que prácticamente todas las manifestaciones de la sociedad española comparecen para explicarnos en qué mundo y con qué objetivos nació el Quijote.


No exagero nada. El lector de este libro de más de mil páginas –y más de doscientas de notas bibliográficas– puede averiguarlo todo: el aparato legal que reinaba en España mientras Cervantes escribía las aventuras del Quijote, y las fiestas populares, la extensión de la brujería, la vida cultural en todas sus manifestaciones, y, por supuesto, los enredos y crímenes de la Inquisición, así como la vida culta, de pintores, comediantes, actores y artistas, y la vida militar, a la sombra de la corona. Todo está allí, pormenorizado y expuesto, con lujo de detalles, y narrado con ese lenguaje sencillo, claro, sin asperezas ni violencias, de Santiago Muñoz Machado, tan cauto que parece hablar al oído de las personas.

Mario Vargas Llosa en La Nación

Interesante…