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Cómo trollear al gobierno gringo y ganar miles de dólares con armas impresas en 3D

Mientras en Chile el flamante presidente de la república impulsa su narrativa inconstitucional y cuasitotalitaria sobre la supuesta necesidad de desarmar a civiles honestos y responsables (lo que, desde luego, solo servirá a los intereses de la delincuencia, fuerza política invaluable para la ultraizquierda local), un joven norteamericano se trollea al sistema gringo aprovechándose precisamente del terror de la narrativa antiarmamentista y gana, en la pasada, nada menos que 3 mil dólares.

La historia dice así. En Estados Unidos los gobiernos locales realizan cada tanto ciertas convocatorias de entrega de armas, para que cualquier ciudadano vaya a deshacerse de las “suyas” y estas luego sean destruidas. Ahora, si digo “suyas”, entre comillas, es porque en realidad nadie comprueba la propiedad de las armas presentadas; ni siquiera su correcto funcionamiento. De hecho, es parte de la política de estos programas que nadie pregunte nada. Un poco como las campañas de desarme que cada tanto se llevan a cabo en Chile mismo, con la salvedad de que en Estados Unidos las armas, antes de ser fundidas, son compradas por el gobierno a sus antiguos propietarios, usando para ello, por supuesto, la plata de todos los contribuyentes.

El genial e hilarante giro de esta historia, concerniente a un evento de este tipo realizado recientemente en Texas, es que un joven decidió anticiparse a la jugada y se dedicó a imprimir pistolas 3-D en masa. Imprimió 60, fue a la feria en cuestión, recibió un pago de 50 dólares por cada una, y se devolvió campante a su casa con 3.000 dólares que antes no tenía.

¿Cómo no adorar la cultura del emprendimiento norteamericana?

El gobierno ha reconocido su derrota decretando el fin de semejante bug en la matrix, al asegurar que, para la próxima, no se recibirán armas de fabricación artesanal. D’oh!

La historia completa a continuación: